La arquitectura religiosa colonial de Santa Marta durante los siglos XV, XVII y primera mitad del XVIII, se caracterizó por su pobreza arquitectónica y su mala factura constructiva, ello agravado por los constantes ataques y destrucciones la cual estuvo sometida la ciudad por parte de los enemigos de España en especial los ingleses. Las iglesias se convertían en su primer objetivo militar a las que saqueaban y arruinaban. Sólo en la segunda mitad del siglo XVIII, durante el momento de resurrección urbana de Santa Marta se construyeron obras de envergadura, que hoy se constituyen en símbolos de la arquitectura hispana, gracias al interés del monarca Carlos III y su hijo Carlos IV.
Eminentes historiadores del Arte Hispanoamericano han disertado sobre la sencillez de la arquitectura religiosa colonial, dilucidando el uso repetitivo de ciertos modelos peninsulares con una notoria variación ornamental y proporcional; Todo esto es explicable por el vínculo con la Madre Patria.